Hermandad de la Virgen de los Dolores a mediados del siglo XVIII
Un documento del archivo episcopal data sus primeras reglas en 1769.
En los “Apuntes Históricos de la Villa de Puente Genil” de los insignes D. Agustín Pérez de Siles y D. Antonio Aguilar y Cano (1874) se afirma, sin precisión documental, que la fundación de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno tuvo lugar en 1595, en la ermita de San Cristóbal, que era anterior a ella, situada a extramuros, en la que, al parecer, se integraba la Virgen de la Guía. Esta fecha ha sido cuestionada en determinadas ocasiones. En el V Congreso Nacional de Cofradías de Jesús Nazareno, celebrado en nuestra ciudad en 2014, el historiador Aranda Doncel, mediante algunos documentos procedentes del archivo del Obispado, pospuso, hipotéticamente, esta fundación a uno de los primeros años del siglo XVII, justificando su auge –hasta desplazar al santo titular- a raíz de la llegada (1622) de la soberana Imagen. (1)
De una u otra manera, parece evidente que su apogeo se debió, tanto al fervor devocional como al esplendor barroquizante de la procesión del Viernes Santo, con la incorporación de Figuras Bíblicas y rituales pasionistas, erigiéndose en cofradía troncal en la que se incorporaron, sucesivamente, los pasos de Nuestra Señora de los Dolores (llamada también “Soledad” sin que tuviera relación de la del Dulcenombre) así como San Juan, Magdalena y la Verónica, que conformaban e intervenían -como aún se mantiene en numerosos lugares en las escenificaciones (sermones, encuentros, mandatos …) – en esa procesión de la madrugada y en su mañana. Todo esto lo encontramos, documentado, en el libro de actas de la Cofradía de Jesús (desde 1640) con alusiones y asientos en las cuentas, en referencias expresas a nuestra Titular.
La incógnita que siempre nos ha rondado es la de en qué momento –y si existió alguna motivación- nuestra Hermandad se emancipó de la matriz, adquiriendo notable preponderancia e incluso rivalidad, habida cuenta de no existir, al parecer, documento probatorio en las actas nazarenas. Erigida como Hermandad fue elevada al rango de Cofradía en 1955, vinculándose, un año después, a la Orden Servita, que son sus credenciales actuales.
Una evolución similar a lo largo del siglo XVIII siguieron las Hermandades integradas en las otras tres Cofradías troncales de La Puente, diseñando el panorama de la Semana Santa que encontramos a finales del XIX y comienzos del XX. Por ello hemos tratado de indagar, documentalmente, la Hermandad de la VIRGEN DE LOS DOLORES –por antonomasia- DE JESÚS, cuya advocación compartió, hasta los años cuarenta del pasado siglo, con la del “Convento” (Amargura) y Veracruz (Esperanza). Lo hacemos con el único argumento irrebatible para cualquier hecho histórico: Los documentos escritos. El historiador, amigo y compañero, D. José Segundo Jiménez, fue el zahorí que nos puso en la pista al citar, aleatoriamente y de manera tangencial, un documento del archivo episcopal respecto a un pleito acaecido en nuestra Hermandad en 1772 del que se podrían hacer algunas conjeturas (2). También al respecto, publicamos un artículo en la revista de la Agrupación de Cofradías de 2014, al cumplirse el tercer centenario del nacimiento del artista lucentino Pedro de Mena Gutiérrez, tan ligado a Puente Genil y a nuestra cofradía. (3) Al estimar que podía ser de interés para la Cofradía, decidimos abordarlo al completo en la fuente original (Archivo del Obispado) para lo que emprendimos las oportunas gestiones, abriéndose nuevas perspectivas al tener conocimiento de la progresiva digitalización de sus fondos. Se trataba de localizar, en su integridad, el documento relativo a la Hermandad de la Virgen de los Dolores de Puente de Don Gonzalo del año 1772, contenido en el legajo 43-nº 92. Puestos al habla con el Director Técnico del mismo (D. Juan Luis Arjona Zurera, al que agradecemos su diligencia y atenciones) al cabo de un tiempo, pudimos tener acceso en toda su extensión (Despachos ordinarios 7324/44). De dificultosa lectura, resulta enrevesado, farragoso y arcaico, para la mentalidad actual. Un estudio riguroso, permitiría una valoración antropológica de la época que, por ahora, declinamos. Se halla contenido –reproducimos la portada en un expediente compuesto por treinta y dos folios en los que se trata de la expulsión de un miembro de la Hermandad, describiéndose aspectos de su situación interna. Todos se hallan rubricados y diligenciados.
CONTEXTO HISTÓRICO
Los hechos referidos ocurren en el reinado de Carlos III (1759- 1788), -considerado como progresista y exponente del denominado Despotismo Ilustrado- protagonizado por Ministros de ideas avanzadas que provocaron motines populares y algunos enfrentamientos con la Iglesia, pero con un evidente impulso en lo social y en la instrucción pública. Todo ello en un país aún conmovido por el funesto terremoto de Lisboa (1755) que recibió con júbilo, en 1761 la Bula papal que nombraba a la Purísima Concepción Patrona de España. Aún faltaba más de un siglo (1878) para que Jesús Nazareno fuera nombrado Patrón de Villa.
En la Diócesis de Córdoba, tras el radical pontificado de Cebrián y el efímero de Solís, llegó el pacificador prelado MARTÍN DE BARCIA (1756-1771), que fue el que debió de aprobar las primeras Reglas de nuestra Hermandad, aunque en el momento de los hechos era “sede vacante”.
Un año después, en 1773, el Conde de Aranda ordenó un CENSO de las cofradías y otras entidades “de todos los Reinos de España”, por lo que el Obispo Martín de Barcia. intendente de Córdoba se lo encargó a “los justicias” de los pueblos. En el archivo Histórico Nacional, de La Puente de Don Gonzalo aparecen las vigentes en ese momento con su nominación, gastos, aprobación y fiestas (4). Curiosamente se puede comprobar el predominio, entonces, de las hoy denominadas de Gloria (significativamente la del Rosario y Ánimas) sobre las de Pasión. Como prueba meridiana de que ya estaba emancipada es que aparece como “Hermandad de la Virgen de los Dolores”; aprobada por el “ordinario”; con dos fiestas anuales y unos gastos de 288 reales. La otra Dolores que aparece creemos que es la del “Convento”. En cualquier caso acredita su separación de la troncal, ya que tanto la de Jesús, como la de las “Cien Luces” se reseñan aparte y con mayor presupuesto.
Los mencionados historiadores locales tildan al siglo XVIII pontanés como de DE CADENCIA Y POBREZA, resaltando las continuas “riadas” (sobre todo la de 1781) soslayando el crecimiento demográfico advertido y, peyorativamente, el espíritu festivo. el alcalde de Ejercía de Alcaide, D. Juan Garrido; como Alguacil Mayor D. Juan Francisco Del Pino y Escribano de Cabildo D. Pedro Luque Romero. Era Vicario de la única Parroquia (Miragenil pertenecía a la Diócesis de Sevilla) D. Juan Antonio García Valenzuela, que tuvo parte principal en el asunto que nos ocupa, junto a otros curas y beneficiados que también se citan. Actúa de Notario de la Villa, con continua presencia, D. Antonio de Molina y Andino. Todos avalan el documento con sus firmas.
Desde el punto de vista artístico, para cerrar el contexto, nos encontramos en los finales del Barroco que enlaza, en profusa continuidad y recargamiento ornamental, con el Rococó, considerado espurio por el incipiente Neoclásico. Sin embargo, por las singularísimas creaciones de los artistas lucentinos – prieguenses, es en este siglo cuando nos dejan las muestras más sobresalientes, sobre todo en la retablística, de nuestro patrimonio, incluido el retablo de Nuestra Madre. UN PLEITO INTERNO REVELA DATOS TRASCENDENTALES Y RATIFICA AUTORÍAS
Solapando otros aspectos, aunque sean de gran interés, vamos a concretar los que convienen para el conocimiento de la Cofradía y de la propia Semana Santa. Quizás convenga precisar que los términos Cofradía – Hermandad, aparecen como sinónimos; el de HERMANO MAYOR, revestido de la máxima autoridad por el Obispado y elegible. También los de Secretario y Mayordomo, aunque con funciones distintas. Como constitución y palabra legal de ejercicio: REGLAS.
El objeto medular del asunto es, aparentemente, intrascendente: El ocho de marzo de 1772 el Hermano Mayor (Antonio de Ortiz) convoca un Cabildo para elegir a su sucesor, al que no asiste el Secretario (José Sotero de Martos). En él se afirma que es por no devolver 690 reales y 33 maravedises que debía en las arcas de la Hermandad. Se eligen como nuevos cargos a Juan de Ortiz (primo del anterior) y a Andrés de Arcos, levantándose acta con la presencia del Vicario (Juan Antonio García Valenzuela) que se remite al Provisor del Obispado. El General de la Diócesis la aprueba, excluye a Sotero de Martos y exige, en seis días, la devolución del dinero. El asunto se encona, tremendamente, al no aceptarlo los afectados, que convocan un nuevo Cabildo en la ermita de San Cristóbal (es como aparece en todas las citas del documento): “… con ruido de campana y a voz de ciego por las calles”, con la presencia del propio Vicario Valenzuela y el Notario de la Villa Antonio de Molina. Al reclamar el propio Sotero y un anterior Hermano Mayor (Ramón del Hoyo) se provoca un enorme tumulto con enfrentamientos entre los partidarios de unos y otros y duras acusaciones, con intervención incluso de la Alcaldía por el Escribano Mayor del Ayuntamiento. Buscando la pacificación, ya que era en tiempo de Cuaresma, “… mirando el santo tiempo en que están” tiene lugar (el cinco de abril en la Capilla de las Ánimas de la Purificación) otra junta en la que se leen los Decretos del Gobernador y Provisor. Con la intervención del Conciliario se demuestra que el dinero, empleado por Sotero de Martos fue para el pago del retablo de Mena, lográndose la reconciliación: … el uno con el otro y el otro con el uno se dieron las manos y desterraron todo odio, abrazándose” (…) “sin que se vuelva a haber más enemistad” (…) ” con las debidas gracias a María Santísima de los Dolores”. Así lo ratificaron el Vicario y el Notario…
O sea, con el corazón en la mano y la especial manera de resolver los conflictos en Puente Genil ya en esas fechas. Aquel Viernes Santo, Nuestra Madre, reluciría con el cariño renovado de sus hijos.
DATOS REVELADORES DEL DOCUMENTO
Vamos a consignar, por separado, los tres asuntos documentales, de carácter histórico que se destacan en el largo y enrevesado pleito. Optamos, tras una paciente y onerosa lectura, por ofrecerlos “traducidos” al léxico actual, aunque anexos se reproducen originales:
NUMERO DE HERMANOS Y PERTENENCIA – En el folio nº 4 se cita que la Hermandad estaba compuesta por DOSCIENTOS SETENTA HERMANOS, número que consideramos elevado, habida cuenta de que la población por aquellas fechas sólo sobrepasaría los dos mil habitantes (el primer censo oficial de 1887 arrojaba 10.462 hab.). Al tratar de las cuentas se detalla que pagaban SIETE REALES Y MEDIO al ingresar, que se no antoja cantidad crecida para la época.
REGLAS DEL AÑO 1769 – Aunque parece aludirse a unas provisionales anteriores (recuérdese que la peana primitiva, que hoy conserva en su camarín el Señor de la Humildad, es de 1759) seguramente al emanciparse la Cofradía de Jesús, en el folio nº 13 se afirma taxativamente: “Con arreglo a las actas que esta Hermandad conserva en forma de REGLAS, LAS CUALES HIZO EN EL AÑO DE MIL SETECIENTOS SESENTA Y NUEVE en donde previenen, que convocados quince o veinte hermanos en uno de los Domingos de Cuaresma …”. No existe pues duda respecto a las fechas.
REALIZACIÓN Y AUTORÍA DEL RETABLO DE LA VIRGEN – El caballo de batalla del pleito y consecuente enfrentamiento, es la presunta sustracción por parte de Sotero de Martos (Secretario), de una cantidad de dinero que, al final acredita, mediante el recibo correspondiente, que fue para pago del retablo en que se venera la Virgen, seguramente como finiquito, lo que concuerda con la fecha de ejecución (hacia 1770). Así en el folio nº 3, uno de los litigantes (Ramón del Hoyo, que había sido Hermano Mayor) afirma: “… a solicitud mía por medio de limosnas que pedía a los devotos hice de un camarín (sec) que sólo tenía la Imagen (…) entrega de DOS MIL QUINIENTOS REALES a fin de año” (…) “delante de la Hermandad dos mil doscientos como consta en los libros (…) que las Reglas mandan que estén en las arcas”
Ignoramos el importe total del magnífico retablo. Es probable que esta cantidad que se cita sea “la parte principal” del pago y que los “seiscientos noventa reales y treinta y tres maravedises” que se reclamaban a Sotero fueran deuda aplazada. De lo que no hay duda es de la autoría artística ya que en el folio nº 27 se lee: ” y después sacó la carta de recibo (694 reales) de D. PEDRO DE MENA tallista de la ciudad de Lucena que HA HECHO el referido RETABLO”. Esto fue leído “… en altas e inteligibles voces” por el Escribano Mayor (D. Pedro de Luque). Acreditado lo cual fue repuesto en su cargo.
En resumen, de este documento podemos establecer como argumento principal que la hoy Cofradía de María Santísima de los Dolores se pudo erigir como Hermandad independiente en torno a 1750 por lo que, consolidada y en continuo auge, se le otorgaron REGLAS definitorias en 1769, de lo que D.M. se cumplirán DOSCIENTOS CINCUENTA AÑOS el próximo ya, Año del Señor 2019, que justificaría, gozosamente, cumplida celebración.
NOTAS:
(1) ACTAS V CONGRESO NACIONAL COFRADÍAS JESÚS NAZARENO –J. Aranda Doncel- 2015- Excma. Diputación Provincial
(2) ANTROPOLOGÍA CULTURAL PUENTE GENIL I -José S. Jiménez Rodríguez- ANZUR Vol. XIV – 1981(3) ORTEGA CHACÓN, JUAN – “La Cofradía de la Virgen de los Dolores y la obra de Pedro de Mena” -2014-(4) Los datos se los debemos a un documentadísimo trabajo publicado por D. EMILIO REINA GIMÉNEZ – Revista de Semana Santa de 2011
– Agrupación de Cofradías (pag 36-37)