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Aproximación al Patrimonio de la Cofradía de “Los Dolores”

La Cofradía de la Virgen de los Dolores -la Madre de Jesús por antonomasia- posee un rico y extraordinario patrimonio, atesorado a lo largo de su fecunda historia, que vamos a tratar de glosar, someramente, en el presente artículo de esta extraordinaria publicación con la que nuestra Cofradía, renovada y entusiasta, refuerza el vínculo tan acendrado en nuestro pueblo: LA ADVOCACIÓN E IMAGEN DE LA VIRGEN
El primer e indiscutible patrimonio, sagrado, lo constituye su Imagen y la devoción, tan extendida como universal, que los DOLORES de María Santísima suscitan en todo el orbe cristiano, acrecentado en nuestro caso por el título de COFRADÍA SERVITA, a cuyo rango fue elevada el veinte de Enero de 1956, por lo que se han cumplido, recientemente, cincuenta años. Es éste uno de los mayores timbres de gloria de nuestra Hermandad y debe representar un mayor compromiso espiritual.

La advocación de Dolores es, de otra parte, tan carismática, que hasta épocas relativamente recientes -aún mantenida en algunos lugares- es genérica al referirse a las imágenes pasionistas de María. Se habla de la Dolorosa o de la Virgen de los Dolores y las abarca a todas. Es más, histórica y documentalmente, se comprueba en la Semana Santa de Puente Genil: Salvo la advocación de Soledad y Angustias, las otras Vírgenes eran denominadas Dolores… del Convento; de la Veracruz… Las de Amargura, Esperanza, … aparecieron a finales de los años treinta del pasado siglo.
Y es que el propio nombre es un bellísimo patrimonio. Nuestro gran poeta Miguel Romero lo cantó así:

Nombre misterioso y santo símbolo de la tortura,que
al alma presta dulzura
y del alma arranca llanto
.

Respecto a la Imagen, de extraordinaria hermosura y expresivo dolor, no podemos aportar autoría y sólo entrar en hipótesis o conjeturas. El único dato firme es que debió de llegar a Puente Genil en el primer tercio o mediados el siglo XIX, sustituyendo a otra más antigua, que pasó a ser la de la Guía. Así se deduce de los “Apuntes Históricos” (Aguilar y Cano/Pérez de Siles -1874-) en los que en referencia a la misma, se cita textualmente: “… escultura buena, que NO HACE MUCHO TIEMPO sustituyó a la de la Guía”.

En un artículo que publiqué en la revista de Semana Santa de 1987 (1) apunté su posible relación con el denominado círculo escultórico antequerano, concretamente con Diego Márquez, formado en el taller de los Mora en Granada y sobre todo con su hijo Miguel Márquez García (1767- 1826) que realizaron numerosos trabajos en toda esta zona y por evidentes similitudes iconográficas con Dolorosas documentadas. Esto sigue en pie, abierto a su tradicional procedencia granadina, ya que carecemos de datos al perderse toda la documentación de la cofradía en los trágicos sucesos de 1936, en los que también pudo perderse la propia Imagen, como les ocurrió a las de la Verónica y la Magdalena… La circunstancia de celebrarse la boda de un hermano -en la que era costumbre trasladarla al camarín de Jesús- en vísperas del dieciocho de Julio, la salvó. El incendio del templo quedó, milagrosamente, detenido a las plantas de ambos y aunque resultó afectada fue restaurada de urgencia, con una encarnadura rudimentaria, por el artista local y hermano de la Cofradía D. Pedro Chacón Yerón, a la que siguieron sucesivos retoques. Las preciosas manos cruzadas originales que se conservan y con las que aparece en el mes de Noviembre, revelan a un gran artista. Siguiendo la moda sevillana se le realizaron nuevas manos, abiertas, en talleres cordobeses hacia 1940. En 1986 fue restaurada en profundidad, realizando nuevo candelero y encarnadura, por el afamado imaginero sevillano D. Antonio Dubé de Luque, que le dulcificó el gesto y restableció la policromía primitiva.

EL RETABLO

Junto al mayor del Ex-Convento de San Francisco – conocido como Hospital – constituye de lo más relevante de la retablística pontana. Es obra del extraordinario artista lucentino Pedro de Mena Gutiérrez, que realizó numerosas obras en Puente Genil y anterior a 1772. (2) Realizado en un solo cuerpo, de orden corintio, con intercolumnios en donde se alojan las tallas de San Juan y la Magdalena. Es una muestra
del barroco tardío, mucho más cercano al rococó. De esmerada talla y valiente trazado, enmarca el amplio arco de embocadura al camarín poligonal en el que se venera la Imagen de la Virgen. Está policromado en color azul pálido, veteado, en imitación al mármol, sobre el que destaca el dorado ornamental con un sentido muy dinámico. Podemos considerarlo de gran valor artístico que enaltece a nuestra bendita titular.

EL PASO Y AJUAR DE LA VIRGEN.

De fastuoso y singular podemos calificar el extraordinario conjunto del paso de palio en que procesiona Nuestra Señora, desde el alba al crepúsculo, del Viernes Santo. Este es el resultado de una evolución continua en el tiempo y – sobre todo- de una suma de afectos y devociones, indeclinables, de su Hermandad no excesivamente numerosa, pero ferviente y ejemplarmente generosa con su Madre.
En los sucesos de Julio de 1936 esta cofradía perdió buena parte de su patrimonio en el incendio, robo y expolio del domicilio del hermano D. José Chacón López, lo que supuso la pérdida del portentoso manto bordado en oro fino, de incalculable valor, que junto con la riquísima saya de las mismas características se pueden apreciar en las fotografías antiguas. También se perdió la magnificente corona de oro de la Virgen y otros elementos de su ajuar. Eran piezas del siglo XIX y primeros años del XX.

Esto determinó el que, lenta y afanosamente, se emprendiera la tarea de la reposición dificultada no sólo por la indigencia económica, sino por la casi desaparición de labores artesanales y escasez de materiales suntuarios en la penuria de la posguerra.

En 1940 se consigue que talleres de bordado de Valencia realicen un manto de color azul noche (por importe de veintiséis mil pesetas), complementado con una saya de color granate, también bordada, en 1941 con los que procesionaría hasta finales de los años cincuenta en que se acomete una espectacular reforma. Esta se inicia en 1957 con la nueva saya, del mismo color emblemático de la cofradía, a la que se pasaron bordados de la anterior abordándose la realización del nuevo manto, verdadera joya no sólo de nuestra cofradía y de la Semana Santa pontana, sino del patrimonio andaluz. Fue sufragado, casi en su totalidad, por el ejemplar cofrade y ferviente devoto D. Joaquín Chacón Yerón. Sobre terciopelo azul, de color pavo real, se va a diseñar un impresionante manto de cola de grandes dimensiones (pasándose una parte del anterior) bordado en oro con incrustaciones de pedrería, magnificándose una obra suntuosísima, grandiosa, de exquisitez artística e ingente labor. Durante más de dos años fue realizado por las RR.M.M. Felipenses de Puente Genil, en su sede primitiva de la calle Aguilar, junto al Santuario de nuestra Patrona. Bajo la dirección de la Madre Natividad y la intervención de monjas, venidas de Sevilla, del
Convento de Santa Isabel e incluso hermanas de la Cofradía como Yeyes Crespo Chacón, estrenándose el Viernes Santo de 1964. Es una obra deslumbrante, que hoy no tendría precio ni sería factible su realización. Una joya de la que nuestra cofradía debe sentirse orgullosa y conservarlo como reliquia.

Respecto a la corona, también perdida, tras utilizar una provisional se acometió el labrado de la más artística y valiosa de las que posee. Fue realizada por el excepcional orfebre cordobés Francisco Díaz Roncero, utilizando en su fundición aportaciones de plata -e incluso de oro- en colecta de la familia Chacón, complementadas con plata de ley, por lo que a su valor artístico se añade el sentimental. Cincelada con elegante belleza destaca el cintillo adornado con pedrería que rodea el canasto y los elementos vegetales, trazados con gran maestría, así como los haces, en pináculos calados, con rayos de extremos flamígeros.

Fue estrenada en 1942. También restauró el precioso corazón de plata sobredorada con los siete puñales y un rubí en el centro, única de las piezas antiguas que conservamos. Cuando se estrenó el nuevo manto y donada por el hermano Mayordomo D. Manuel Chacón Melero -que tanto se ha desvivido y aportado a la Cofradía- se realizó, en plata sobredorada, la otra corona, de canasto más grande e imperiales. Fue
obra de los talleres Angulo, de Lucena, tan ligados a la cofradía. Ambas coronas, con otras diademas más modernas, se utilizan en los diversos cultos. 

En lo que atañe al paso podríamos hacer un largo recorrido. Concebido en estilo gótico flamígero es el único que en este estilo se procesiona en nuestra Semana Santa. El primitivo – sucesivamente ampliado- fue realizado en plata por la acreditada orfebrería “Meseses” de Madrid, con similitud al del Señor del Lavatorio. Ambos son de mediados de los años veinte del siglo pasado, incluido el original angelito -hoy en la entrecalle- que remataba el primitivo palio de seis varales, con alto repisón -hoy en el altar- sin candelería.

Ya en 1942 se nos muestra con un palio azul, recamado en seda de colores y bordado valenciano -del que se conservan elementos- con diez varales, ejecutados por Roncero, en Córdoba, sobre el esquema de los primitivos con remates góticos en las perillas. Por el gran artista y Mayordomo D. Manuel Chacón Melero se aborda -entre 1952 y 1953- la gran reforma del palio, inspirado en el de la Virgen de la Paz de Sevilla, concibiéndolo, con audacia para la época, con un techo de malla transparente para que la luz del Viernes Santo inunde a su Reina y, pueda ser contemplada desde los balcones. En artístico diseño -tanto del techo, gloria y bambalinas con crestería- de Manolo Chacón fue bordado, en malla y tisú de plata, con exquisito gusto, por las RR.M.M. Adoratrices, que tenían taller en la cordobesísima plaza de San Pedro, con el activo seguimiento de las hermanas camareras de la Virgen. Todo el conjunto fue pasado y enriquecido, en 1989, por los acreditados talleres de “Bordados Salteras”, en el Aljarafe sevillano.

En 1957, los talleres Angulo de Lucena ampliaron a doce los varales del palio siguiendo la traza original, realizando la candelería de cuarenta piezas y candelabros de cola; extensión del repisón y respiradero que, en 1966, al dejar – lamentablemente- de llevarse a hombros fue adaptado a la impronta actual, sobre el sueño, irrenunciable, de que alguna vez vuelva a ser mecida… Todo el conjunto fue restaurado en 1985 por el orfebre sevillano Manuel de los Ríos. Aunque sean piezas menores no quisiera dejar de reseñar la artística cruz de guía y faroles, de perfiles góticos, también realizados por Angulo; el riquísimo estandarte, bordado en oro, en el que destaca, labrado en plata, un medallón iconográfico de la Virgen, los paños de las mazas y seis candelabros de plata con el anagrama labrados en 1955.

Son algunas de las enseñas que constituyen el patrimonio de nuestra Cofradía, uno de los más notables de nuestra Semana Santa que, a veces, pasa desapercibido en el fulgor colorista del Viernes Santo que ELLA cierra como Madre y como Reina. No quisiera terminar este artículo -largo, pese a lo omitido, pero consistente para la reseña histórica- sin proclamar que, aún siendo importante todo este patrimonio, lo es mayor el patrimonio humano. Es decir: los hombres y mujeres de esta Cofradía, devotos firmísimos, manteniéndola con reducida nómina de hermanos y en el día más difícil, con dignidad y pujanza. La familia Chacón, secularmente ligada a la Hermandad, ha tenido como HONOR, inscribir a sus descendientes desde la cuna, herencia que sigue en vigor.

Ahí está escrito en la historia, en el patrimonio, en la sangre y en su indeclinable anclaje a las plantas de la Virgen, pero nunca como monopolio sino abierta a todos sus hijos como lo prueban, entre otros hermanos fervorosos, nuestro preclaro poeta Miguel Romero; su ilustre secretario Jesús Morales “Mones”; Francisco Montero, superviviente y ejemplar “cruceta” -cargo heredado de su padre “Canjilones”, que recitaba al iniciarse la procesión la bellísima plegaria “¿Dónde vas, tierna paloma?” – Antonio Martínez… y tantos otros, reafirmado ahora por este formidable PRIMER GRUPO que es columna, fuste y capitel, de esta Hermandad que siempre será señera -y señora- por venerar los Gloriosos DOLORES DE MARÍA.

JUAN ORTEGA CHACÓN 2007

(1) ORTEGA CHACÓN, JUAN. “La Virgen de los Dolores” -Revista de Semana Santa- Puente Genil, 1987 -Libro de Actas-

(2) Consultó las obras: “Apuntes Históricos” -Pérez de Siles/Aguilar y Cano (1874)- “Puente Genil Monumental” -Jesús Rivas Carmona (1982)-. Otras

No quisiera terminar este artículo -largo, pese a lo omitido, pero consistente para la reseña histórica- sin proclamar que, aún siendo importante todo este patrimonio, lo es mayor el patrimonio humano. Es decir: los hombres y mujeres de esta Cofradía, devotos firmísimos, manteniéndola con reducida nómina de hermanos y en el día más difícil, con dignidad y pujanza. La familia Chacón, secularmente ligada a la Hermandad, ha tenido como HONOR, inscribir a sus descendientes desde la cuna, herencia que sigue en vigor. Ahí está escrito en la historia, en el patrimonio, en la sangre y en su indeclinable anclaje a las plantas de la Virgen, pero nunca como monopolio.

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