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Historia del Imperio Romano
Por Rafael Fernández Reina
rafafernandez
Viernes Santo, deuda del corazón

El pasado Viernes Santo día 18 de abril de 2014 amaneció una mañana esplendida después de la magistral Diana entonada por el grupo de música del Imperio Romano y ya son 147 desde que en el año 1869 el Maestro Medina perteneciente a los Coloraos la impusiera a la de los pajizos, precursores del actual Imperio Romano. 

Todo transcurría normal, después del descanso en el cuartel de calle casares, las escuadras formaron a la llamada del capitán, para estar puntuales en su tradicional entrada a la procesión por Santa Catalina, donde todas las corporaciones bíblicas hacen las reverencias, para encontrarse con el Patrón a la altura del cuartel de “Los Jetones”, entre una interminable fila de “Lirios Moraos” y una gran multitud de fieles que acompaña al Terrible en su estación de penitencia; delante de Él su Hermano Mayor Carlos López García de Abienzo, acompañado del Cofrade Mayor Francisco Javier Reina y la plana mayor de la cofradía de Jesús.

Al llegar frente a Terrible, el capitán Manuel Reina Gómez detiene el paso, con él todo el Imperio, en ese momento la escuadra tabaco entona las notas del “Miserere” en su honor, como muestra de saludo y oración, continua la marcha rápida del pasodoble “El Tío Carlos” saludando y rezándole al Cristo de la Misericordia con otro “Miserere” y a San Juan Evangelista y la Virgen de la Cruz y la Virgen de los Dolores con un “Stábat Mater” hasta llegar al descanso en la parada de Cantarerías en la Casa de la Cofradía de Jesús Preso.

Hasta ahí como cada Viernes Santo, igual pero distinto, con nuevas vivencias y nuevas sensaciones cuando el Imperio se encuentra con su Patrón y el de Puente Genil. Pero estaba por producirse un hecho insólito, el Capitán Manuel Reina nos reúne a dos o tres hermanos de los que le acompañamos en los desfiles y nos pide que le sigamos para visitar al Patrón, donde el Hermano Mayor Carlos López García de Abienzo lo esperaba, según habían acordado previamente en la comida de la cien luces del domingo de pasión, para generosamente cederle el bastón de Hermano Mayor de Jesús, el mismo que 35 años antes había llevado a su padre Juan Jose Marta Lopez y ofrecerle el llamador para que el Capitán del Imperio en nombre de su padre Luis Reina de Porras hiciera la siguiente llamada a los bastoneros del Terrible.

Hecho, que llevo a cabo Manolo entre lágrimas rendido por el recuerdo que supuso para él como un mensaje de su padre (q.e.p.d.), que iba a ser su Hno. Mayor al año siguiente de su fallecimiento, en 1980 y que no se pudo cumplir.  En aquel momento se saldó una deuda del corazón entre dos hijos, que 35 años después  quisieron vivir en primera persona aquel momento que sus padres no pudieron vivir como testimonio del amor fraternal hacia ellos.

Aquel año de 1980, Jesús Nazareno desfiló ese el Viernes Santo con la Medalla de Oro del Imperio Romano en el pecho, que Luis Reina de Porras había donado a su fallecimiento por escrito, sin fecha,  para su Tesoro.

Son momentos únicos de nuestra Semana Santa, detalles que hacen grandes a las personas y crean lazos permanentes, que viven muy pocos pero que merecen ser contados y recordados como fiel reflejo de lo que se  transmite a través de  nuestra Mananta.

 Hº Rafael Fernández Reina
Archivero Consultor del Imperio Romano

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