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El Piadoso Ejercicio del Vía Crucis y las Cofradías de Puente Genil

El sábado 15 de octubre del pasado año 2016, quedó marcado por un histórico Vía Crucis- en tiempo alejado a las tradiciones cuaresmales – realizado por la Cofradía del Santísimo Cristo de la Misericordia y Nuestra Señora del Mayor Dolor, por un itinerario insólito, con motivo del año de la Misericordia. La presencia del impresionante Crucificado expirante – portado en sencilla parihuela, tan cercano a los fi eles y exento del singular misterio, en el que procesiona el Viernes Santo – resultó sobrecogedora, así como el severo cortejo acompañante y la visita a los Templos del recorrido. El rezo del piadoso ejercicio impregnó la noche, tibia y otoñal, mientras avanzaba, poderoso y sublime, llevado a hombros por sus hermanos, al seco redoble de un tambor, desgranándose las escenas más lacerantes de la Pasión. Esta vivencia y la imborrable memoria de aquellos otros Viacrucis con los que esta Cofradía – que fue pionera en su reposición – impulsó espiritualmente, a finales de los años cincuenta del pasado siglo, nuestra Semana Santa, nos mueve a ir al encuentro de esta devoción, secular en todo el orbe católico, así como en sus orígenes y devenir de las Cofradías.

ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LOS ORÍGENES Y SIGNIFICADOS PENITENCIALES DEL VÍA CRUCIS.

No todos los actos de contenido religioso de piedad popular son litúrgicos. Solamente lo son aquellos que expresan la sacramentalidad de la Iglesia. Así pues, aunque tiendan a parecerse en ellos debemos incluir el ejercicio del Santo VIACRUCIS así como el paralelo de VÍA MATRIZ DOLOROSA. Este último, también como “camino” desde el anuncio profético de Simeón hasta la muerte y sepultura de Jesús, articulado en siete estaciones, correspondiente a los siete DOLORES de María Santísima.

Pese a ser la práctica devocional más extendida en la Cuaresma y una de sus señas de identidad, hemos de precisar que es de carácter intemporal. Como prueba de ello, podemos contemplar, colocados en los muros de todos los templos, en distintas acepciones artísticas y numeradas originalmente, su catorce estaciones. En Puente Genil, por su tamaño y extraordinaria calidad, podemos destacar el de la Parroquia Matriz de la Purificación. Respecto a su intemporalidad, por su especial relevancia, recordemos el celebrado en Madrid 19 de agosto de 2011 con motivo de la J.M.J., que contó con la presencia de S.S. Benedicto XVI, y la estacional de algunos de los pasos más famosos, de distintos lugares de España.

En el santo ejercicio del ViaCrucis, cada estación va precedida por la jaculatoria: “Te adoramos Cristo y te bendecimos”. A la que se responde “Que por tu Santa Cruz redimistes al mundo”. Termina con la invocación “Señor, pequé: Ten piedad y misericordia de mí” rezándose un Padre Nuestro, entonándose coralmente en ocasiones, “Perdona tu pueblo, Señor”. Así se recorren los momentos más dolientes de la Vía sacra a través de XIV “estaciones”, con pasajes recogidos en los Evangelios canónicos (los tres sinópticos y el de San Juan) y algunos de los apófricos (como el pasaje de la Verónica).
Haciendo una breve historia, de sus orígenes, parece que fueron los FRANCISCANOS los que, como en tantas otras tradiciones y prácticas devocionales que exaltan nuestra fe, y a través de la Cofradías de la Veracruz, las popularizaron en las celebraciones pasionistas. Custodios de tierra Santa desde 1342 crearon el piadoso ejercicio. Tras la muerte de Cristo los primeros cristianos veneraron los lugares más señalados amén de la trascendencia, en todos los órdenes de las cruzadas (siglo XI al XIII). El VíaCrucis (camino de la cruz) consistía en recorrer los 997 metros o 1321 pasos, que recorrió Jesús desde el Pretorio hasta el Gólgota y posterior sepultura. La creciente dificultad y permanente conflicto que impedía a los peregrinos visitarlos, impuso la costumbre, extendida a todos los países, de construir réplicas alusivas. El número de estaciones ha variado a lo largo del tiempo, pasando de cinco a catorce, a las que el Papa S. Juan Pablo II añadió la XV. (Resurrección del señor).

Ya en la época bajomedieval era un acto identitario en la religiosidad popular, engrosado en la alta Edad Media al fundir varias devociones, engarzadas en los evangelios, por piadosas leyendas de egregios peregrinos. La presencia, culto y veneración de las imágenes sagradas, especialmente a las relacionadas con la Pasión, es práctica inveterada desde el concilio de Nicea (año 787), ratificado, por los sucesivos Pontífices y doctrinas conciliares, por lo que se incorporaron a los ViaCrucis desde el primer momento. De su raíz franciscana, no podemos tener la menor duda al perpetuarse, hasta el día de hoy, su presencia guardiana en los Santos lugares. Así lo pudimos vivir en nuestra inolvidable visita a Tierra Santa en el otoño de 2009 en la que, en dos ocasiones, encabezados por el padre Marcelo, lo rezamos en la Vía Dolorosa. Sobre todo el de la tarde de los viernes, que es el general, sobrecogedor y multitudinario, en medio del tumulto, abigarrado y ensordecedor, que conduce a la capilla del Santo Sepulcro. Allí quedamos estremecidos ante la excelsitud, sublime y universal, de la Redención.

Nacido pues como oración itinerante que rememora la Pasión del Señor, paso a paso, en aquellos lugares que la tradición había consagrado, hizo que en los siglos XIV y XV los Pontífices fomentaran, en las
ciudades más importantes del orbe católico, esta práctica en torno a la erección de cruces de piedra o altares, ante los que se oraba y se podían obtener indulgencias, algunas conservadas hasta nuestros días.

En Andalucía el primero que se estableció, parece que fue en nuestra capital por el zamorano San Álvaro de Córdoba, en donde falleció el 19 de febrero de 1430, en cuya fecha se celebra su onomástica. Fue
confesor de Catalina de Lancaster y del rey Juan II de Castilla. Realizó una peregrinación a Tierra San-ta, quedando impactado por el camino del Calvario, erigiendo, en 1420, en las afueras de la ciudad el observante Convento “Escala Celi”, con oratorios que reproducían la Vía Dolorosa, siendo imitado en otros conventos y lugares. Ardiente predicador y elocuente teólogo, fue elevado a la santidad en 1741. Su sepulcro, en el Santuario de Santo Domingo, es muy visitado. Las Cofradías de Córdoba lo tienen como patrón advocándose con su nombre una Parroquia.

En Sevilla es muy famoso el humilladero medieval conocido por el “Templete” o Cruz del Campo, por la trascendencia histórica de su universal Semana Santa. Fue D. Fadrique Enríquez (Primer Marqués de Tarifa) el que, tras visitar Tierra Santa, lo erigió ?1?3?? como estación fi nal del Viacrucis que partía de su palacio (con la misma distancia aproximada desde el Pretorio al Calvario) por lo que el mismo sigue siendo conocido, popularmente, como “Casa de Pilatos”.


LOS PRIMEROS VIACRUCIS EN EL PONTÓN DE DON GONZALO. LA DESAPARECIDA ERMITA DEL CALVARIO

De manera tradicional todos aceptamos como postulado irrebatible, aunque no exista documentación precisa, que uno de los rituales más sustantivos de nuestra peculiar antropología “Manantera” -las subidas de “Romanos” a Jesús antes los domingos y desde 1971 los sábados- tienen como antecedente un VÍACRUCIS que realizaban “Frailes” los viernes de Cuaresma desde su Convento a la Ermita, anexa al cementerio, a extramuros de la Villa. Esta conjetura viene a ensamblar, de manera compatible, con realidades más o menos históricas, justificando, de manera cariturizante su deformación, por la curiosa indumentaria de los “tunicones” y gorros frailunos, ahora, de vivos colores. Y mucho más la presencia, aún con reliquias pervivientes de cruces, tanto de piedra como de forja, sobre pedestales cilíndricos, que debieron conformar una “Vía” por el camino de Aguilar, extramuros hasta un “Monte Calvario” (a través de una calle “Amargura”) que la orografía marcaba como el “Cerro de San Cristóbal”…

Sin embargo, en una apreciación más rigurosa, sin rebatir nada, tendríamos que ajustar algunas cosas: La primera que durante un periodo de tiempo convivieron, con actividad propia, en la Villa, dos órdenes Franciscanas con distinto carisma: Los denominados “MÍNIMOS” (de San Francisco de Paula) que se asentaron primeramente en Miragenil, y efímeramente en el Dulce Nombre (1631- 1635), hasta construir el Convento de la Victoria en el que permanecieron hasta 1823, en que fue adquirido por el conde de Casa Padilla, salvo el templo que siguió perteneciendo a la Iglesia ¿Eran estos los que subían desde la calle D. Gonzalo como ahora los “Romanos”?

Entre 1640 y 1644, en la Veracruz -entonces a extramuros- se establecen los franciscanos llamados “Alcantarinos” (por San Pedro de Alcántara) que en 1649 se trasladan a la denominada “Cruz del Berral”, en el arranque del camino de Aguilar, donde construyeron convento y el monumental templo de Nuestra Señora de la Asunción- hoy declarado patrimonio-histórico artístico- en el que permanecieron, como consecuencia de la desamortización, hasta 1836, transformado en Hospital, regido desde 1883 por las R.R.M.M. Mercedarias … ¿Eran éstos los que realizaban el ViaCrucis; cantaban “saetas” y romances de Pasión, más próximos al pueblo, subiendo a Jesús, penitencialmente, rezando en el cementerio?…. Estos franciscanos volvieron en 1922, pero ya al Convento de la Victoria en el que han permanecido hasta su marcha definitiva en 1983, aunque se mantuvo el templo abierto al culto por el inolvidable fray Enrique Chacón Cabello. De otra parte está el tema del cementerio. El de Jesús Nazareno – cuyas póstumas ruinas y osarios conocimos en nuestra niñez- construido en 1821 . Trasladándose buena parte de las sepulturas y panteones notables al actual en 1926, ante el aumento demográfico extensión del perímetro poblacional. En él se levantó el denominado parque de “Los Pinos” hoy paseo “Fosforito”. En cualquier caso creemos que ese camposanto junto al Nazareno, tan cantado por Miguel Romero, no fue el “motivo” penitencial de las subidas “frailunas”… Más firme como argumento y de probable influencia la pudo tener la legendaria y desaparecida ERMITA DEL CALVARIO con las celebraciones del Via- Crucis que nos ocupa. Y ésto por su raíz, ligada a la reconstrucción en las poblaciones de cierta entidad de una Vía Sacra y un templo, referenciales a Jerusalén. En los “Apuntes Históricos”, Aguilar y Cano-Pérez de Siles, nos datan la llegada, a fi nales del siglo ?VI de Diego García Afán, oriundo de Carcabuey y Terciario Franciscano, con “fama de virtuoso”, que, con caudal propio y recogiendo limosnas se impuso como penitencia peregrinar a pie, para visitar los Santos lugares. También nos dicen que volvió con “gran cantidad de reliquias” y “un plano de la Iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén”, con la intención de edificarlos en la Villa, y con el permiso del Concejo, se estimó idóneo en el partido de la Matallana, perteneciente a los “Propios” a “tantos pasos de distancia como el calvario de Jesús de Jerusalén”. Se debieron iniciar las obras alrededor de 1600 – “donde se levantaba el humilladero de entrada” que fue trasladando a “entre dos caminos” (se ha especulado que ésta sería la denominada, “Cruz del Estudiante”) – concluyéndose sobre 1612. Y citan textualmente: “Completó el hermano Afán su pensamiento fundando el VíaCrucis que comenzaba en la calle Aguilar y terminaba en la Ermita”.

Tangencialmente nos informan de las cruces de piedra del camino, así como de la Iglesia y de su muerte (1629) siendo enterrado en la misma. Algunas de estas cruces, remozadas, han llegado hasta hoy. Más adelante describen el templo, tanto en su arquitectura como en su ornato interior, como “bellísimo”, con algunas imágenes pasionistas, entre ellas el señor del Santo Sepulcro, que ignoramos si fue el primitivo (la actual se data en 1622). También el lugar exacto de ubicación de esta ermita legendaria (de la que en las numerosísimas obras no se han encontrado restos cimentales) que se cerró al culto en 1833, demoliéndose en 1838. Tan sólo nos queda su hermosa historia y la indescifrable incógnita, de un pasado no tan remoto.

En cualquier caso, de todo lo anterior, se pueden establecer algunas hipotéticas deducciones: La primera que desde intramuros de la Villa tenía lugar un Viacrucis por el camino de Aguilar -pespunteado de cruces para las correspondientes estaciones, algunas de ellas conservadas- hasta la desaparecida Ermita, en distancia aproximada al Calvario de Jerusalén. También, que éstos eran organizados y dirigidos por los Padres Franciscanos acompañados por el pueblo. Y, en consecuencia, que esos debieron ser los primeros Via-Crucis en contacto y sintonía con las Cofradías existentes. Sobre todo si consideramos que la primera de ellas – la de la Veracruz, en sus orígenes de flagelantes – estaba en pleno apogeo, teniendo entre sus hermanos a personas de la élite local (entre ellas el Alcalde ordinario o el Regidor del Concejo en 1591) con la curiosidad añadida de que ya en 1565 aparece como Hermano Mayor PEDRO GARCÍA AFAN, de más edad que Diego, que pudo avecindarlo en El Pontón. A esta misma conclusión, con documentación meridiana, llega don Manuel Delgado Torres en su magnífico trabajo “La Puente de Don Gonzalo a la llegada del Señor de la Humildad”, editado por esta Cofradía con motivo del tercer centenario del acontecimiento.

Así pues, a principios del siglo XVII, aparecen consolidadas, las cuatro Cofradías troncales de nuestra Semana Santa, con cronología aproximada en sus fundaciones: VERACRUZ “hacia 1550”; DULCE NOMBRE – SANTO ENTIERRO – SOLEDAD (entre 1565-1570); CARIDAD (la primitiva del Hospital del mismo nombre, después HUMILDAD, hacia 1580) y la de JESÚS NAZARENO (1595). Sin descartarlo, en ninguna de ellas consta que, en sus estaciones penitenciales realizara Vía Crucis.

También habría que reseñar la fundación de la denominada ESCUELA DE CRISTO, en fecha más tardía (1673). Era ésta una asociación de disciplina muy estricta, con un ideario de perfección, ascético y místico a un tiempo, que propugnaba como único camino de salvación, la práctica de la caridad, compuesta por setenta y dos miembros, entre sacerdotes y seglares. Se establecieron primero en el Dulce Nombre y posteriormente en la Caridad (1690). No consta entre sus prácticas las del ViaCrucis. En los “Apuntes” (1874) se da por desaparecida.

LOS VIACRUCIS PROCESIONALES CONTEMPORANEOS – LA COFRADIA DEL SANTISIMO CRISTO DE LA MISERICORDIA.

Hasta aquí hemos podido aportar, algunos de los fundamentos en su raíz, de la devoción del VíaCrucis y otros aspectos hipotéticos en la antigua Puente D. Gonzalo. Un abismo documental, que tal vez dormite en la Parroquia de la Purificación, lo resbalamos al encuentro de un engarce cercano a las celebraciones semananteras. Esto no significa que la práctica de tan piadoso ejercicio no haya tenido lugar, tanto dentro como fuera de los templos, en tiempos cuaresmales u otras ocasiones como rogativas; catástrofes o actos penitenciales colectivos. O en las SANTA MISIONES, que se celebraban cada cierto tiempo. Al efecto recordamos las que tuvo lugar en Puente Genil, entre el siete y el dieciocho de octubre de 1959, en cuyo día 14 se celebró – presidido por el obispo de la Diócesis – un ViaCrucis multitudinario con la imagen de Jesús Nazareno, el Cristo de la Misericordia y la Virgen de los Dolores. Fue en el paseo del Romeral, resultando multitudinario, hasta el punto de merecer la portada del ABC (21-X-1959) de Madrid. Gráficamente la reproducimos así como otra fotografía del mismo acto y lugar.

Sin embargo no constan – o no los hemos sabido encontrar – datos específicos en las procesiones de Semana Santa. Ni en las publicaciones anteriores – o posteriores – al libro de Miguel Romero (1911), que debemos considerar piedra angular de nuestra literatura semanantera. Por ello, aunque pueda aparecer algo anterior, consideramos que la primera vez en la que lo hizo una Cofradía fue el Martes Santo del año 1959, por iniciativa conjunta de la comunidad de R.R.P.P. FRANCISCANOS, residentes en el Convento de la Victoria y la reorganizada Cofradía del Santísimo Cristo de la Misericordia y Nuestra Señora del Mayor Dolor, que allí tenía su sede. Este merece un inciso.

Como Hermandad se había creado alrededor de 1930 por un grupo de jóvenes, procesionando un crucificado, en la mañana del Viernes Santo. Había sido donado al Convento Franciscano por Doña Celia Parejo Delgado, por la que se llamaba el “Cristo de Dª Celia”. Las prohibiciones del periodo republicano y su destrucción en la Guerra civil, truncaron este primer cimiento. Repuesto en 1940 – adquirido por la misma señora, junto a una Dolorosa, en un taller de Olot – se reconstituyó, complementándose en 1943, componiendo un calvario, con el Cristo expirante y San Juan, la Magdalena y un centurión. Esto cubrió el gran hueco dejado por la desaparición – también destruidos en 1936 -, de la Verónica y la Magdalena. Ayudados por benefactores, otros jóvenes la mantuvieron hasta 1956, último año en que salió, no haciéndolo en 1957.

En 1958 un grupo ferviente, en su gran mayoría dependientes del “gremio” del comercio, con predominio del textil, refundan la Hermandad con enorme entusiasmo y el denodado impulso de la comunidad Franciscana, especialmente del inolvidable padre Claudio López, Quedo erigida como Cofradía por el Obispado con fecha 16 de febrero de 1959, nombrándose como Cofrade mayor primero a Don Pedro Ramos Pérez y hermano mayor a D. Enrique Reina Delgado.

Fue tal el desbordante fervor de la nueva Cofradía que, pese a sus menguados recursos y casi nulo patrimonio, lograron poner el paso en la calle con suma dignidad. No menos firme e incondicional fue el apoyo de la comunidad Franciscana, en aquella época enraizada e influyente en la sociedad, con un colegio (San Antonio) y un templo referencial. Fruto de esta conjunción fue la realización de una capilla, austera pero muy piadosa y artística, para la veneración de la imágenes. Para confirmar este ejemplar resurgir fue bendecida por el nuevo Obispo de Córdoba (tras el fallecimiento del llorado fray Albino) MONSEÑOR FERNÁNDEZ CONDE, el 14 de junio de ese mismo año, para lo que se trasladó expresamente a Puente Genil. Acompañado por todo el clero local, autoridades y pueblo, tras la ceremonia, visitó calles y templos constituyendo todo un acontecimiento. Como prueba documental adjuntamos una curiosa “nota de la Alcaldía”, (por entonces D. Miguel Robledo Roldán) así como la fotografía de muy baja calidad, (publicada en el semanario local “mi pueblo”) que se hizo el señor Obispo con los componentes de la Cofradía, innovadora en una época de rígidos protocolos.

Pero lo más sustancial, al propósito que nos mueve, fue la decisión, que adoptó la Cofradía de ampliar un día la Semana Santa con un VIACRUCIS PENITENCIAL el MARTES SANTO, que, al mismo tiempo, sirviere, de traslado de la imagen del Cristo, desde el Convento de la Victoria a la parroquia de Jesús Pero lo más sustancial, al propósito que nos mueve entonces, salvo la procesión de la Virgen de la Guía el Domingo de Ramos, (la Cofradía de la “Borriquita” no salió hasta 1962) la Semana Santa empezaba el
Miércoles Santo. Para tal ocasión, Comunidad y Cofradía, hicieron una verdadera movilización, mediante un llamamiento, en tono admonitorio y devota arenga, dirigido a TODOS LOS PONTANENSES, pero especialmente a los componentes de Cofradías y Corporaciones, Por su valor y peculiaridades reproducimos. Y por ser revelador del Estado social de la época, transparente a las ideas renovadoras previas al Concilio Vaticano II.

Subrayemos algunas cosas que pueden resultar arcaicas para nuestra mentalidad actual, pero entonces vigentes, lo que avala su carácter testimonial así como su tono grandilocuente o el grado de divorcio en el compromiso espiritual que se insinúa. Llama poderosamente la atención la invocación convocante: “! Los que amáis a vuestro pueblo! ¡Los que os sentís orgullosos de nuestra Semana Santa. ¡Prestad Atención!”. Y aún más lo que viene a continuación “Una nueva modalidad”. Y lo más rotundo: SOLO HOMBRES. Tras resaltar el itinerario y el predicador, aparece un párrafo que ensambla con lo que de sus orígenes hemos descrito: “Con ello se vuelve de nuevo a la costumbre de nuestros antepasados que hacían esta misma procesión de penitencia desde el antiguo Convento Franciscano – hoy Hospital – a la Iglesia de Jesús”.

Tras destacar a la nueva Cofradía del “Gremio de los dependientes del comercio”, se exhorta imperativamente: “Os lo impone vuestra fe de caballeros cristianos. Lo exige el espíritu de vuestras corporaciones cofradieras”. Se reitera la insoslayable presencia del estamento semanasantero: “Con ello daréis el mayor mentís a los que, por incomprensión o envidia, murmuran de vuestra gloriosa tradición Cofradiera”. El texto lo estimamos, como una radiografía del momento de crisis que se vivía en la propia Iglesia y en otras asociaciones. La expectación fue inusitada y la multitudinaria presencia desbordó las previsiones más optimistas, constituyendo (en los primeros años, aunque luego empezó a decaer) una imponente manifestación de fe, de las mayores recordadas. Con las calles apagadas y en sepulcral silencio (las familias no participantes abarrotaban los balcones) el inmenso gentío se fue moviendo con lentitud. Cuando el Crucificado – llevado a hombros por sus hermanos – asomó a la portada de la Victoria la cabecera embocaba la esquina de la cuesta Borrego con la de Baena, mientras por la megafonía el padre Esteban enunciaba las estaciones del Vía Crucis, acompañadas por el rezo, hasta llegar a la plaza emblemática del Calvario. Bajo el pórtico Nazareno, el Cristo fue izado procediéndose al piadosísimo Besapies antes de ser introducido en el templo. Era la madrugada del Miércoles Santo.

Con pequeñas variantes y heterogénea presencia, este VIACRUCIS se erigió en tradición, asentada e indeclinable, como un día más de Semana Santa, apareciendo en el típico “Bando”. A partir de 1962 en los dípticos y luego en el guion de la Agrupación de Cofradías. Hasta 1975, en que se efectuó por última vez. Ya en 1976 se bendijo y sustituyó la primitiva imagen del Cristo de la Misericordia por la actual, obra de Francisco Palos Chaparro, policromada por Buiza, al tiempo que la Cofradía establecía su sede canónica en la Parroquia de Jesús. El antiguo Crucifi cado, continuó al culto en la Victoria. Es pues esta Cofradía de la MISERICORDIA, carismática del VÍACRUCIS, la que ha querido refrendarlo en el año universal de esta virtud.

LA PROCESION DEL SILENCIO Y OTROS VIACRUCIS DEL AMBITO SEMANANTERO.

La Cofradía del denominada del Santísimo Cristo del Silencio, con sede canónica en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen, tuvo su antecedente más remotos, aunque suele omitirse, en el inolvidable Colegio “Jesús Nazareno” (Hermanos de la Salle) donde se había fundado en 1961, la Cofradía de la Entrada en Jerusalém. En la capilla que poseía, junto a una imagen de la Inmaculada y del Niño Jesús, se veneraba un crucificado, de tamaño menor que el natural. Por los religiosos y Asociación de padres, se acordó procesionarlo en sencillas andas, con dos cirios y unas ramas de olivo -de las bendecidas el Domingo de Ramos-, en la madrugada del Jueves Santo, rezándose el ViaCrucis por las calles del barrio, por el hermano Mariano, una vez recogida con los clásicos “Vivas” la procesión del Miércoles Santo. Ésta tuvo lugar hasta la desaparición del Colegio y marcha de los “Hermanos” (1965).

En 1967, un grupo de jóvenes pertenecientes a la OJE (Organización Juvenil Española), con el beneplácito de la parroquia de San José, la restauran procesionando un Crucifijo existente en la parroquia del Carmen, donación a la misma de D. José Rivas Quintero y su esposa Dª María Bachot Palomero, centenaria superviviente. Advocado, como Cristo del Perdón estuvo saliendo, de la Parroquia de San José hasta el Romeral, a las dos de la madrugada del Jueves Santo, rezándose el ViaCrucis, era un paso pequeño que caminaba al redoble del tambor. Así apareció en los “libritos”. Al principio, fue considerada como procesión de “contra estilo” al “tradicional” originándose algunos roces por el sello doctrinario y la presencia de algunas insignias, en una época en la que se barruntaban cambios políticos. Desaparecida la OJE, unos cuantos “mananteros”, con especial significación D. Miguel Martín Flores y D. Pedro Rivas -que era Presidente de la Agrupación de Cofradías desde 1978- reúnen a algunos “grupos” jóvenes, para constituirse como Hermandad del Cristo del Silencio siendo el núcleo aglutinante el “La Bendición de Jacob”, (posteriormente Corporación “La Transfi guración de Jesús” y popularmente “La Bendi”).

En principio continuó en la madrugada del Jueves Santo con el Viacrucis, guiado por un sacerdote, acompañado, en todo momento, con largas hileras de devotos, hombres y mujeres, alumbrando con enorme recogimiento, saliendo y recogiéndose en San José. En 1981, con el respaldo de la Agrupación de Cofradías, cambio el día de salida al Lunes Santo. Según se decía en la octavilla. “Para llenar el único vacío existente en la Semana Santa”, anticipando su salida, de San José, a las 12 de la noche resaltándose como SOLEMNE VÍACRUCIS. Poco duraría en este día pues en 1984, al refundarse la Cofradía de la Santa Cena, en este día, pasó definitivamente a la noche-madrugada del Miércoles Santo, saliendo de su parroquia del Carmen, recogiéndose en San José, Jesús y, actualmente, en el Ex Convento de la Asunción.

En continuo crecimiento y auge devocional, asentada en el barrio de la Estación, fue elevada a Cofradía por el Obispo Infantes Florido en 1985. Siempre con el ViaCrucis como argumento, ha ido incrementando, espectacularmente, el número de alumbrantes y consolidado sus estructuras con una impronta severa y penitencial, que constituye una de las escenas más espiritualizantes en esa “conjunción de contrastes” que ofrece nuestra polícroma Semana Santa. Todo ello, además, ha quedado enaltecido con la bendición, en 2013, de la nueva imagen: Un Crucificado impresionante y muy piadoso. De excepcional calidad artística ha consagrado – así ha sido reconocido en todos los círculos escultóricos – al extraordinario imaginero pontanés, D. JESUS GALVEZ PALOS. Recibe culto en un severo altar, de elegante trazado, en el Carmen, pasando el antiguo crucificado al Dulce Nombre.

Otra de las Cofradías pontanas más ligadas al Santo ViaCrucis es la DEL CRISTO DEL CALVARIO Y NUESTRA SEÑORA DEL CONSUELO que, en 1976, había creado como jornada procesional el Martes Santo, justamente cuando la de la Misericordia trasladó su sede al Santuario Nazareno. Durante dos décadas, la Cofradía del Calvario salía de San José, recogiéndose en el Dulce Nombre. A partir de 1997, ensamblada con la de la Santacruz, salió y entró en su capilla de la calle Lemoniez. Diez años antes, en 1987, la Cofradía decidió con enorme acierto, reponer el antiguo ViaCrucis, el Viernes de Dolores, trasladando a sus imágenes desde la Parroquia de la Purificación a la de San José. Aún mayor relieve adquiere, a partir de 1997, al recorrer el Barrio de la Isla hasta su capilla con emotiva visita – estación a la ermita del Dulce Nombre, rezándose conjuntamente, el “Viacrucis” y el “Vía matris”: Imponente solemnidad y la depurada estética que esta Cofradía derrama en todos sus actos, con la recreación de un palio antiguo, bajo el que se cobija la exquisitez dolorosa de la Virgen del Consuelo.

Es además la primera estampa cofrade. La antigua hermandad de la SANTA CRUZ- reorganizada en 1982 – del Dulce Nombre, se trasladó en 1986, al Convento de la Victoria reforzando su carisma Franciscano, e incorporando nuevas Reglas al Señor de los Afligidos y Nuestra Señora del Rosario, haciendo estación el Martes Santo. En su incesante actividad, instauraron, el Miércoles de Ceniza, un Vía- Crucis que sirviera, de inicio de la Cuaresma para todas las entidades semanasanteras. Para ello tomaron el antiguo crucificado de la Misericordia, recorriendo las calles cercanas con el rezo de las catorce estaciones, celebrándose el primero en 1987. Se mantiene, aunque muy menguado, ceñido al ámbito de la hermandad. También en este templo quedo establecida la Cofradía de Nuestro Padre Jesús de las PENAS y la Reina de Los ÁNGELES, que en estos últimos años, ha realizado el traslado de sus imágenes hasta la capilla de la calle San Sebastián rezando el ViaCrucis. Este año lo hará a la nueva Casa Hermandad en calle Jesús, 15 El año 2008 fue el designado por la Cofradía DEL SEÑOR AMARRADO LA COLUMNA Y NUESTRA SEÑORA DE LA VERACRUZ, como referente para la conmemoración del CDL (450) aniversario fundacional, haciéndola coincidir con el centenario de la Imagen del Señor (1908). Entre otros actos se acordó realizar un VíaCrucis con la antiquísima y devotísima imagen del SANTÍSIMO CRISTO DE LA SANGRE, que fue la primitiva y que, al renovarse las Reglas en ese año, quedó agregado como titular de la Cofradía. Tuvo lugar el viernes de la semana de cultos (popularmente “Pan y Peces”) resultando impresionante: Por la impronta sobrecogedora del Cristo, con faldellín y pelo natural; en andas y alumbrado por faroles; el cortejo, tan severo, y por el itinerario, con estación en la Plaza de Lara (iluminada por antorchas) donde antaño tenía lugar la ceremonia de los flagelantes, Hubo cánticos de la “Schola Cantorum” y saetas. Se adoptó el acuerdo que se efectuaría cada cinco años. La lluvia intensa lo impidió en 2013, colocándose en la Plaza de Lara un mosaico con el cuadro de los flagelantes. Volverá a hacerlo (D.M.) en 2018.

Otro Viacrucis considerado como histórico, que despertó enorme expectación, fue el convocado por LA Cofradía DEL SANTO SEPULCRO Y NUESTRA SEÑORA DE LAS LÁGRIMAS el pasado año 2016 al conmemorar el 450 aniversario de su fundación. Para tal evento se presentó la conmovedora imagen del Cristo yacente, fuera de la urna, en una especie de catafalco, sobre parihuela y portado por hermanos, lo que permitía contemplar de cerca, la valía de tan devota talla de 1622. También la lluvia lo impidió por la que tuvo que realizarse en las amplias naves de la Parroquia Matriz.

Por último, no quisiéramos dejar de considerar, algunas recreaciones artísticas, que han utilizado el ViaCrucis como argumento. Ya Francisco Moyano esbozó un intento del VÍACRUCIS por saeta. En el año 2000, con motivo del CXXV aniversario de la Corporación “VIRTUDES CARDINALES Y SIBILAS DE CUMAS” se me encargó la realización de un texto, hilvanado con saetas – tanto cuarteleras como flamencas alusivas a cada estación. Así lo hicimos elaborando un relato lírico-poético-evangélico en el que se engastaron las mismas – cantadas por los hermanos de los Apóstoles y de la propia Corporación – descriptivas de las XV estaciones. El acto tuvo lugar el 21 de marzo del mencionado año en el Santuario de nuestra Patrona la Purísima, Concepción.

El 18 de marzo de 2016 fuimos requeridos por la Cofradía DE LA VERACRUZ DE SALAMANCA, que celebraba el QUINIENTOS ANIVERSARIO fundacional, con la salida de “Jesús con la Cruz a Cuestas”, hasta el monumental templo de la Purísima, que fue proclamado con un Viacrucis por saetas. Con pequeñas adaptaciones, utilizamos el mismo texto, interpretando las saetas. en ambos estilos, hermanos de LOS APOSTOLES con las cajas destempladas, y lágrimas contenidas de emoción en el majestuoso silencio.

Un acontecimiento que tuvo reconocimiento general admirativo en los medios locales y círculos cofrades de la cultisima “Helmantica”. Con ligeros retoques, el doce de marzo de 2010, lo volvimos a declamar, en la Parroquia del Carmen, con motivo del XXV aniversario de la Cofradía del Cristo del Silencio, interpretando las saetas hermanos de la misma y de la Corporación de los Apóstoles, depositaria de las más puras esencias saeteras.

He aquí una síntesis de cómo Puente Genil, en silencio, y por calles en penumbra, y con Imágenes de su devoción, venera la Pasión de Cristo – con rezos o cantando – a través del ejercicio del VÍACRUCIS, que
hace casi seiscientos años difundió en Andalucía, San Álvaro de Córdoba.

1.- En éste y otros datos, anteriores y posteriores, tomamos los que aparecen en los “Apuntes Históricos de la Villa de Puente Genil” – A. Pérez de Siles- A. Aguilar y Cano – Sevilla 1874. Edición Original.
2.- Se inserta en el libro: “Con la mano en la mejilla” -Autores varios- Cofradía de nuestro padre Jesús de la Humildad y Paciencia – Impr. SITTIC – Madrid 2008 –


JUAN ORTEGA CHACÓN

 

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