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Evolución Histórico Artística del Paso de la Virgen de los Dolores.

 Siglo XIX

En artículos anteriores he tratado de ofrecer una panorámica de nuestro rico patri1uonio en un periodo de tie1npo que sobrepasa la centu1ia. En el pri1nero en su conjunto y en el segundo, dedicado a la Jmagen de la Virgen, subrayando, tanto sus valores intrínsecos, como aquellos otros factores estéticos que influyen en su impronta devocional.

Este ano, como apuntamos el anterior, vamos a intentar completar esta visión – siempre afectiva y más fervorosa que técnica – analizando la evolución del paso con el que nuestra . Bendita Madre de los Dolores – desde el orto hasta el véspero del Viernes Santo -recorre las calles de Puente Genil. Para ello, aparte de los raquíticos y menguados datos que podamos extraer de las publicaciones locales o libros de actas de la Cofradía, hemos de valernos, de manera aleatoria de testimonios documentales gráficos que podamos inferir de la contemplación de determinadas fotografías – algunas mordidas por el tiempo o con innatas carencias- para realizar deducciones en algunos casos claramente hipotéticas.

Las fotografías más antiguas que conocíamos, tanto de la Imagen de la Virgen como del paso, eran de primeros de siglo. En ellas estábamos como punto de partida, cuando la pasada Cuaresma, con motivo del LXXV aniversario de la fundación de la Corporación “El Cirio”, se presentó una interesantísima exposición de fotografías antiguas, la mayoría rescatadas por el acreditado impresor, hermano de la misma, José García. De entre todas las expuestas, de inmediato, me llamó poderosísimamente la atención, la (1). Había sido aportada por el Cofrade Mayor del Señor de la Humildad, ejemplar manantero y artista polifacético, José Antonio Torres Aguilar. El original, que he podido verificar, es una pequeña y primitiva imprimación (6×8 centímetros), de añejo color sepia que guardaba su abuelo materno, D. Francisco Aguilar.

Puedo decir que cuando la contemplé, junto al impacto, un profundo escalofrío me recorrió la médula: Era la VIRGEN DE LOS DOLORES, con singular exorno, colocada en lo que en un principio me pareció un altar pero que de inmediato precisé como un paso. Me pareció, de súbito, tener ante los ojos no sólo “algo curioso” sino un portentoso documento gráfico trascendente, para la Cofradía y para toda la Semana Santa, por su irrefutable valor descriptivo.

La observación minuciosa-con los posibles errores de interpretación – nos permte formular la siguiente propuesta: La fotografía fue realizada en uno de los últimos años del siglo XJX, en el interior del templo de Jesús. Nos presenta a la Virgen, previa a la salida, en un originalísimo paso, sin palio, con suntuosa indumentaria y elementos ornamentales peculiares que, desmenuzados, vamos a intentar documentar.

IMAGEN E INDUMENTARIA

Señor de la Humildad

El centro de la fotografía lo ocupa, radiante, la Imagen de la Virgen que se nos muestra hermosísima, con la boca entreabierta por el dolor, que tanto la caracteriza. Salta a la vista la peluca de pelo natural que rodea el rostro y cae sobre sus hombros, como era común en las Dolorosas de la época.

Respecto a la estética actual nos puede sorprender que no lleve tocado sobrepuesto, pero era lo común. El manto, de rico bordado, cae casi recto sobre los hombros orlado por encaje de oro. La saya, de un solo cuerpo, también bordada en terciopelo negro, circunda el corazón con exhuberancia floral y lazos de filactería. Ambas piezas son anteriores a las que se perdieron en 1936. Creen1os que son las que se estrenaron en 1880 – realizadas en talleres locales – que se citan en las “Efemérides Pontanas” escritas por D. Agustín Aguilar y Cano ( 1 ). Sí se conservaron, el corazón con los siete puñales que a través de restauraciones ha llegado a nosotros, así como la diadema que sería sustituida, en l 920, por la de oro expoliada.

LA PEANA

Ha resultado la pieza clave para la datación de la fotografía. Esta peana es la que, con pequeñas adaptaciones, ostenta en su camarín del retablo mayor del Convento, el Señor de la Humildad (puede cotejarse en la fotografía II). Hace algunos años, plegado en un ángulo de la misma apareció un pequeño pergamino en el que rudimentariamente se dice: “…. se talló de mano de Pedro de Mena y Gutiérrez en Lucena, el año 1759”. También se cita la persona que parece la encargó y que fue donada por el gran artista pontanés José Ruiz Rey. Con otras caligrafías aparecen dos añadidos, uno de 1854 y otro – de más interés al respecto – firmado por Pedro Padilla en 1902 en el que reza “… tiene 143 años” (2).

Aunque podrían1os especular sobre otras cuestiones no pasarían de conjeturas. Sí podemos documentar su autoría por dos artistas de primera fila con aportaciones decisivas a nuestro patrimonio. De otra parte determina que esta peana era propiedad de la Hermandad de la Virgen de los Dolores ( cuyo retablo también talló Mena) siendo trasaccionada a la de la Humildad al adquirir la plateada entre 1895 y 1902. Me baso para ello en dos argumentos: En el guión de 1899 y publicaciones posteriores, se resalta la peana “argentea” o de “rica plata” de la Virgen que veremos en una fotografía posterior. Al mismo tiempo en las pinturas de D. Juan Montilla y otras fotos no aparece en el Señor. Si. admitimos la fecha de 1890 como la de la llegada al Convento de esta Imagen, procedente de la Caridad, pudo ser adquirida – dada su belleza y esbeltez – para salvar la altura del arco del retablo principal respecto a la imagen sedente del Señor. En cualquier caso se demuestra que la fotografía es anterior a 1899. 

LOS ANGELES PASIONISTAS

Como puede apreciarse, rematan, en amable pose, la singular candelaria. Aparentemente son dos pero una mínima atención nos ,nuestra que son cuatro. Aquí no tuve duda desde el primer momento: Los dos que aparecen en la delantera – sin los atributos pasionistas – son los que en la actualidad pueden contemplarse sobrepuestos al retablo de la Virgen en Jesús, adosados a sendas volutas que embocan el arco del camarín. Este retablo fue realizado por Pedro de Mena alrededor de 1770 (3 ). Tampoco es dudosa la autoría por él mismo por similitud con otros del propio retablo y los del templete del Señor de la Columna(4). 

Dos cuestiones nos asaltan: ¿Fueron realizados para el retablo y se utilizaban para el paso? ¿Se tallaron con la peana? Y otra más inquietante: ¿Los otros dos adónde fueron … ? 

Tangencialmente, quiero consignar que la incorporación de “Angelitos” (muy del gusto Rococó) fue moda de época. Así los actuales de Jesús se esculpieron en 1882.

CANDELABROS Y ESTRELLAS

Por encima de los elementos descritos, resulta impresionante la peculiar singularidad de la candelería del paso. Contemplándola podemos imaginarla encendida, al salir para la Diana, rayando el alba del Viernes Santo. Pese a sus limitaciones, la foto nos permite una breve descripción. Se trata de candelabros de corte rococó, de metal dorado y original trazado – en disposición arbotante y hacía el interior – en los que se engarzan unos preciosos faroles ochavados y de base cuadrada, de cristal plomado, que se rematan con una especie de corona. Descubrimos hasta cinco en cada tallo y dos, de base hexagonal con vástago, que suponemos se repartirían en el contorno del paso. Estos faroles, aunque de estirpe granadina, se realizaban – y aún se realizan artesanalmente – en Antequera, on justa fama, pudiéndose cotejar en otros docun1entos. Esto la encuadra en una estética concreta. El otro aspecto que nos atrae son los símbolos ornamentales que los enriquecen: En el frontal aparecen hasta cuatro estrellas de regular ta1naño y otros tantos florones que convergen en una especie de sol mayor de haces flamígeros, rematadas por otras más pequeñas, que imaginamos vibrátiles. El conjunto, amen del mensaje alegórico, debía de ser refulgente.

Lamentablemente – salvo la peana y los dos ángeles pasionistas nada ha llegado a nosotros de este singularisimo paso que merecía este espacio preferencial – y referencial – para la historia de la Cofradía.

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Por el guión descriptivo de 1899 sabenmos que, en esa fecha, la Virgen procesionaba ” … sobre repisa de plata y bajo palio de terciopelo azul’ (sec). En las “Efemérides” de 1901, D. Agustín Aguilar, reseña como estrenos el manto y saya bordados, el “trono”, de estilo neogótico labrado en plata Meneses y los varales. Extremos que co1Tobora Miguel Romero – hermano dilecto de la Hermandad en su libro de 1911: ” … rica y argentada repisa … “; ” … Manto de Gran Valor … ” lncluso, entrañablemente, nos refiere que “postuló para su ayuda”.

Con esta impronta la podernos contemplar en los “cristales” y fotografías de primeros del siglo XX. El manto y saya se perdieron en la Guerra Civil jLu1to a la valiosísin1a diadema de oro, labrada en 1920. De este periodo ofrecimos el pasado año una fotografía de 1935. Éste ofrecemos la (III) que se iuse1ta en el interesantísimo libro “La Semana Santa de ayer a hoy” (pag. 54) que en 1999 publicó el Cronista Oficial de la Villa, D. Antonio lllanes. La elijo porque nos permite la visión del paso desde atrás, con el manto y palio a contraluz. La Virgen sube por la calle Aguilar, en las primeras horas de la tarde y desciende, a su encuentro, el gran Imperio Romano. 

Tras las dolorosísimas pérdidas de 1936 – tanto humanas como patrimoniales – la Hermandad se va reponiendo por la ejemplar devoción y generosidad de sus hermanos en tiempos dificilísimos, no sólo por la maltrecha economía, sino por la absoluta carencia de materiales. En 1941 se adquiere en Valencia un nuevo n1anto, bordado sobre terciopelo negro, manteniéndose el palio de seis varales con bambalinas de tisú. Así puede contemplarse en esta curiosa fotografía (publicada en una reedición del “Libro de Miguel Romero” del año 2000). Pese a su falta de nitidez podemos percibirlo en el momento del encuentro con Jesús y todavía, en la cúpula, el ángel gótico (IV).


Dos años más tarde, en 1943, se acomete una gran reforma consistente en la ampliación del paso en el mismo estilo neogótico que la caracteriza. Este estilo se extendió a finales del siglo XIX introduciéndose en el arte cofrade, utilizando gabletes en su trazado con agujas en la esquinas. El Palio se amplió a diez varales con bambalinas de terciopelo azul, con bordados de oro y seda en talleres valencianos. Así la contemplamos en la fotografía (V) de 1950 en la que podemos distinguir el rostro de hermanos inolvidables.

Por los abnegados desvelos del inolvidable Mayordomo D. Manuel Chacón Melero, bajo su diseño y dirección artística, entre 1952 y 1954, las RR.MM. Adoratrices de Córdoba van a realizar el singularisimo palio de bambalinas de malla, con bordados en plata; de techo transparente y gloria central roleado por filacterias con el lema servita que, por su depurada y peculiar estética, causó impacto. Asi luce en la fotografía (VI) con la añoranza de aparecer aún llevada a hombros….

En 1057, por la casa Angulo de Lucena se ampliaría, pasando el palio a doce varales, acoplándose los candelabros de cola. Por la generosidad infinita del hermano benefactor D. JOAQUÍN CHACHÓN YERON, en 1964, las RR.MM. Felipenses de Puente Genil, van a culminar el impresionante manto de cola de color azul pavo real, joya de nuestra Semana Santa, insertando elementos del anterior y aplicaciones de pedrería.¡ Un monumento de arte y de devoción a nuestra Madre. De 1972 es la fotografía (VII).

No quisiera terminar sin destacar la última aportación, aún en marcha pero imparable hasta su culminación. Se trata de una original y artística candeleria, también de estilo gótico que complementaría, de manera definitiva el singularísimo conjunto de nuestro paso. Ello es fruto del trabajo de la joven directiva, encabezada por su ejemplar Cofrade Mayor – Fructuoso del Val de la Torre – y de los generosos donativos de todos los hermanos. Tanto el diseño como perfecto cincelado, son obra del gran orfebre pontanés Jesús Mª Cosano Cejas, que tantas aportaciones valiosas está realizando al patrimonio local.

Esde un pasado ren1oto a un presente sien1pre abierto e ilusionante. Es así – Reina gloriosa en el fanal gótico de su inefable paso de palio – como la Madre de Jesús Nazareno, en medio de sus Dolores. recorre y bendice a su pueblo enalteciendo a su fervorosa cofradía.

JUAN ORTEGA CHACÓN

 

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