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Historia del Imperio Romano
Por Rafael Fernández Reina
rafafernandez
Un poco de Historia

Tras la llegada al pórtico del Santuario de Jesús, escoltando a Nuestro Padre Jesús Nazareno la tarde del Viernes Santo, se produce un momento especial para los hermanos del Imperio, en el cuartel de las Cien Luces, se lleva a cabo el cambio de plumeros blancos por negros, símbolo elegido por nuestros antecesores como respeto a la muerte del Nazareno, en señal de luto, hasta su Resurrección.

Tras el ritual, el capitán ordena la salida hacia el cuartel, a los sones del “Gloria al Muerto”, compuesto por Jesús Gant como regalo a su madre, Angelita Gant en agosto de 1911, pasodoble que, en señal de luto, el Imperio interpreta hasta la Resurrección de Jesús. Este hecho produce en toda una especial emoción, superior a cualquier otro momento, ya que después de haber acompañado a Nuestro Patrón, se aproxima el momento de vivir un año más la “Mágica noche del Viernes Santo”, para acompañar a nuestra Patrona, María Santísima de la Soledad, donde afloran los sentimientos más íntimos por las estrechas calles del barrio de la Isla.

Los hermanos del Imperio, ya en el cuartel, reponiendo fuerzas, distendidamente escuchamos a los hermanos más jóvenes que se presentan con unas sinceras palabras, donde expresan sus sentimientos en su primer año de desfiles, así como las emotivas palabras de los hermanos de la Cofradía de Jesús Nazareno, Francisco Velasco y Manuel Perea, dos grandes amigos del Imperio, que cada año nos obsequian con un ramo de iris y lirios morados que ha procesionado con Nuestro Padre Jesús Nazareno en su estación de penitencia. Entre bromas y cánticos mananteros llega el momento en que el capitán, al grito de “Hermanos nos vamos”, levanta al Imperio para su cita con nuestra Madre de la Isla un año más.

La calle está repleta, justo a la altura del Ayuntamiento, la portentosa imagen de Cristo de la Buena Muerte espera la llegada del Imperio para recibir su oración en forma de Miserere. Un poco más adelante, hacía en medio de la calle, La Virgen de las Angustias arropada por su hermanos y mecida por su “sangre”, reciben la oración del Imperio con su inigualable “Stábat Mater”. Ya al final de la calle, la multitud se agolpa esperando impacientes la llegada del Imperio para ser testigos directos del encuentro con San Juan Evangelista y su tradicional “Trípili”.

Y llega el momento más esperado, nos encontrarnos delante de nuestra patrona, María Santísima de la Soledad, arropada de sus hermanos y de sus grupos. Se encuentra la Madre de la Isla, majestuosa, dulce y pequeña, que eriza el vello al verla de lejos tras la celada, mientras que, a los sones del “Gloria al Muerto”, nos vamos acercando a Ella, con un saludo a su Cofrade Mayor, su hermano Mayor y miembros de la junta directiva, la escuadra tabaco da comienzo al “Stábat Mater” en su honor.

Después de una breve parada, de nuevo, al encuentro con la Madre, para formar delante de ella en un impresionante desfile, acompañándola junto a sus tres grupos y sus hermanos, a los sones de las fúnebres notas de sus marchas, “Soledad Pontana”, de Eugenio Palomero Melgar del año 2000, llevando las notas de la tradicional “Diana” que se tocó durante varios años esta noche de Viernes Santo y la marcha “Madre de la Isla”, de José Luis Bedmar Estrada, del año 2001, que tiene la particularidad musical de llevar en su coda final notas de “Viernes Santo triste día”.

 

Una vez finalizado el desfile del Imperio, la Virgen por calle Postigos, rodeada de sus más íntimos, comienza su peculiar recorrido por las callejas de su barrio, para volver de nuevo a su Ermita en la recoleta plaza del Dulce Nombre. Donde un año más, entre cantos y saetas, se producen los tradicionales “Vivas” a María Santísima, finalizando así esta “Mágica noche del Viernes Santo”.

Hº Rafael Fernández Reina
Archivero Consultor del Imperio Romano

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